Mi ciudad, un lugar normal, campos de cemento y asfalto invadidos por el artificial césped que invade en forma de jardines acotados por alambres y agudas ramas… donde no importa de donde vengas, donde importa con que juegas y donde te quedas, donde el crecimiento de una planta es antinatural, donde aprendimos que no puede crecer la vida a la sombra, e iluminamos nuestros corazones para hacer brotar otros valores, que no importan las condiciones para saber que podemos ser incondicionales, que no se valoran ya nuestros actos, si no el fin de los mismos, mi ciudad, unas veces cárcel y otras libertad.
Imposible de escapar, no por barreras, la verdad, aquí crecimos y a este lugar nos debemos, no, tampoco por la pureza de sus terrenos, por el sentimiento que hemos creado hacia los habitantes que se encuentran entre nuestro cielo azul y nuestro suelo gris, por los que hacen de nuestra casa un hogar, por los que empapan el nombre de la ciudad con su vida, por todos los que alegran la vuestra, por vosotros que alegráis la mía. Mi ciudad, unas veces cárcel y otras libertad.
Mejorar, que gran prioridad, no necesitamos fuentes, bancos o esculturas de metal, solo conciencia real, que nuestra gente, nosotros, somos todos, que nuestras fronteras solo se puedan imaginar, que el que está aquí no se quiera marchar y que cuando lo haga, sonría al mirar atrás, Fuenlabrada, mi ciudad, aquí acaba tu visita y creemé, no la querrás olvidar. Mi ciudad, hoy será mi cárcel, mañana tu libertad.