Este es el tercer año que paso en la que ahora considero mi ciudad. Sin embargo, ella lo consideraba su pueblo.
Hace unos años alguien preguntó a mi abuela qué año era y ella no supo contestar. En principio pensamos que no era nada, ella siempre había sido un poco despistada, pero poco a poco iba contestando a menos y menos preguntas.
Algunas personas le decían “¿Sabes quién soy?” y a veces acertaba y otras su mirada hablaba por sí sola. Yo nunca me atreví a preguntar. Me negué a afrontar que ella, la persona más sabia del mundo, de repente había perdido las respuestas. Pero cada vez que mi madre le decía “Tu nieta está viviendo en Fuenlabrada” ella respondía “Claro, en mi pueblo”.
Es increíble lo injusto que puede llegar a ser perder las respuestas, perder los recuerdos de media vida. Pero quiero pensar que ella era feliz reviviendo una época en la que era mucho más joven y paseaba por las calles de su pueblo con sus hermanas. Y volvía a conocer a mi abuelo, cada día.
Gracias por esta gran herencia, abuela.