Como todos los días, llegue a casa, comí rápido y me conecté al ordenador.
El Twitter y el Tuenti estaban a rebosar. Una oleada de mensajes mandando indirectas y burlas a alguien me llamó la atención. Pregunté qué pasaba, pero sólo recibí respuestas del mismo estilo: “Nada, algo sin importancia”. (Continúa leyendo …)
Ya me estaba hartando de la situación… Cefiros se conecto, me comentó que habían subido en Internet una foto mía comprometedora.
Sin poderlo controlar, las lágrimas salieron de mis ojos. Estaba preocupadísimo. Sin saber cuál sería la foto que podrían haber subido, le pedí a todos que por favor me pasaran la foto, pero nadie cedió.
Busqué por Internet, pero no encontré la foto por ningún lado. Aún preocupado y sin saber que hacer, acabé durmiéndome.
Al día siguiente al llegar al instituto, las paredes de los pasillos estaban llenas de fotos por todos lados. Eran unas fotos en las que salía mal y que me avergonzaban.
Salí corriendo y sin darme cuenta llegué al puente de la ciudad. Hice algo que jamás olvidarían.
Al día siguiente los periódicos publican: “Un chico de Urbeón se suicidó porque en su instituto recibía bullying”.
Los habitantes de Urbeón se preocuparon mucho por lo sucedido.
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