JuventudFuenla

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Hoy he estado nadando entre pósters de Lucke Perry y coleccionables de pegatinas de Chabel. Hago limpieza de todo lo que huela a infancia o adolescencia, aunque en realidad solamente huele a humedad y a rancio. (Continúa Leyendo)Como si en el fondo quisieran hacerme recordar que ya pasaron treinta años desde que nací. Como si pudiese olvidarlo. Ni joven, ni vieja. De una generación que llaman Perdida, como si no estuviésemos presentes, como si quisieran olvidarnos. Enrollo la orla de la licenciatura, demasiado hortera para dejarla en la pared, esperando encontrarla de nuevo con olor a humedad y rancio dentro de otros treinta años.

Está bien, de hecho, el tiempo libre que te deja esto del paro. Está infravalorado y hace que la frase “vive de tus padres hasta que puedas vivir de tus hijos” empiece a cobrar un sentido más real. Literal, de hecho. He vuelto a correr, he vuelto a pintar, he vuelto a escribir. No puedo independizarme, pero ¡ey! En mi habitación pongo los pósters que yo quiero. Es broma. Ya no pongo pósters, ahora tengo vinilos.

La maleta está casi hecha. Creo que lo llaman fuga de cerebros, pero soy de letras, así que no creo que se refieran exactamente a mí. Nunca encontraré una cura para la esclerosis, así que no soy así de importante. No para los que deciden, al fin y al cabo, ni para los que escriben historias. Para mi madre sí, que lleva llorando una semana. Para ella soy lo más importante y no soporta ver la maleta abierta sobre el suelo de la habitación. No me gusta. Repite. Una y otra vez. Como un mantra que libera del dolor. Como si las palabras fuesen mágicas y fuesen a hacer desaparecer la maleta. Las palabras son fuertes, pero mi maleta pesa veinte kilos. Deal with it.

Perdón.

Estoy practicando el idioma.

Cuando me llamaban Generación Ni-Ni, yo estudiaba y trabajaba a la vez. Ahora me llaman Generación Perdida y me suena más a que no me quieren encontrar. Segunda estrella a la derecha, directo hasta la mañana. Las directrices son fáciles, sólo hay que tener ganas de buscarnos. Con maleta. Con sueños. Con determinación. Incansables, inagotables. Dicen que no luchamos pero mi garganta está irritada de tanto gritar. De individuo a número, de número a mote, de mote a estadística, de estadística a historia. Y a veces, si tenemos suerte, a Historia con mayúsculas, en nuestra particular epopeya, adheridos a los anales de la sociedad.