Entregamos el trabajo de fin de curso Juan, Elena y yo. Todo el éxito de la mención de honor se concentró en la hora que duró la fiesta de entrega de diplomas. (Continúa leyendo) Lo triste, que nadie se interesó por nuestro futuro ni si teníamos pensado dar el salto a la universidad. La alegría duró lo mismo que tardaron en acabarse los refrescos que pagamos entre todos los alumnos, porque ni tan siquiera nos financió el instituto con una maldita botella de coca-cola: estaban con los recortes. A mí el dinero me lo dio mi madre; Juan y Elena lo pusieron ellos porque sus padres pasaron de aquella movida, bastante tenían en casa con la tramitación del paro, de la ayuda familiar y de la separación en el caso de Juan.
Desde aquel día, Juan desapareció y no supimos por qué, así que nos dispusimos a dar con él. Vigilamos su portal hasta que apareció su madre: <<Seguro que está en su cuarto con el ordenador. No sale de allí. Entrad conmigo. ¡Dios, estoy reventada! Me paso todo el santo día fregando platos por cuatro euros en esa franquicia de mierda. >> Nos encontramos a un vampiro: los ojos rojos, la cara blanca y los dedos alargados y huesudos. Nos asustamos.
-He mejorado el programa. Ahora es capaz de analizar y entender palabras y números.
-¿Y eso para qué vale?
-Para saber el por qué sucedió y cuál es la alternativa.
-¿A?
-A las empresas que han cerrado. Observad: escaneo esta hoja con las cuentas de esta tienda imaginaria, sus cartas del banco, los faxes a los clientes y… Mirad, estos son los motivos por los que cerraron y lo que habría que hacer para reactivarla. Si me ayudáis, podremos mejorar el sistema y venderlo o prestarlo al que lo necesite. Seremos algo así como su esperanza para reactivar la ciudad.
-Mírate: no tenemos estudios universitarios ni dinero ni alternativa para invertir en esa idea.
-Estoy en contacto por Internet con otra gente. Nos estamos ayudando con la programación sin dinero de por medio.
-¡No, Juan, no puede ser!
-Sí, sí hay alternativa. Esto está casi listo, si me ayudáis podremos lanzarlo en un mes. Iremos de puerta en puerta regalando esta posibilidad.
-Juan, Juan: ¡todas las puertas están cerradas!
-Las abriremos. Les ayudaremos a que comiencen de nuevo con sus negocios. Porque el programa es capaz de entender el alma de las palabras, de rescatar las ideas originales de sus fundadores y los errores de su cierre. Ayudadme, por favor, ayudadme: ¡sí se puede!
Me ha encantado. Parece que está desaparecido pero no ha descansado para intentar ayudar a la sociedad ….
SÍ,SÍ podemos lo jóvenes, estamos dispuestos a trabajar y a colaborar. ME IDENTIFICO al 100% con Juan. Me ha impactado la coincidencia con mi día a día.
Enhorabuena. La búsqueda continua en beneficio de la sociedad.