
Como todos los días, llegue a casa, comí rápido y me conecté al ordenador. El Twitter y el Tuenti estaban a rebosar. Una oleada de mensajes mandando indirectas y burlas a alguien me llamó la atención. Pregunté qué pasaba, pero sólo recibí respuestas del mismo estilo: “Nada, algo sin importancia”. (Continúa leyendo …)